JUAN MARÍA SEGURA

Alianzas y procesos, un ejemplo a seguir

Por Juan María Segura


La noticia pasó desapercibida en Argentina. La Ministra de Educación de Panamá, Marcela Paredes de Vásquez, presentó en el Congreso la semana pasada un proyecto de ley que da seguimiento al documento Compromiso Nacional por la Educación, elaborado e impulsado durante los últimos 2 años por diversos sectores de la sociedad y el gobierno. La Ministra remarcó en la presentación que la propuesta contemplaba acciones específicas, por ejemplo, la creación de un Consejo Multisectorial que brinde seguimiento a los avances en las políticas públicas de educación en el país para lograr una mejora del sistema educativo a corto, mediano y largo plazo. El documento presentado contiene diversas políticas de Estado que fueron desarrolladas bajo diversos ejes temáticos. En la presentación de la Ministra participaron representantes de todos los sectores involucrados en la elaboración de la propuesta.

Entiendo (no justifico, mucho menos me contento) que a pocos les importe la educación en nuestro país, y que aún a menos les conmuevan las noticias y acciones de países que no son considerados referenciales en la materia. Panamá no está en el radar de ninguna conversación educativa, tal vez porque no figura en los rankings de PISA, y en los operativos de medición de aprendizajes que UNESCO realiza regularmente en la región aparece en una posición sumamente desventajosa. Sin embargo, nos equivocamos si creemos que no podemos sacar buenos aprendizajes de cualquier acción, metodología o proceso educativo impulsado desde cualquier lugar del globo. Y este sería uno de esos casos.

Resulta que en el año 2016, el Presidente de Panamá Varela, junto con la Ministra Paredes, instalaron, con el apoyo y la facilitación del Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD), una mesa para el “Diálogo: Compromiso Nacional por la Educación”, invitando a los 8 sectores indicados como claves por todos los actores consultados durante la fase exploratoria: Confederación Nacional de Padres de Familia de Panamá, Consejo Nacional de la Empresa Privada (CoNEP), Consejo de Rectores de las Universidades Públicas y Privadas, Consejo Nacional de Trabajadores Organizados (CONATO), representantes estudiantiles, gremios de educadores, Ministerio de Educación (MEDUCA) y Organizaciones no gubernamentales (ONG) del sector educativo. El objetivo de la mesa y de semejante invitación era la elaboración de políticas educativas y líneas de acción alrededor de cinco ejes temáticos: 1. calidad de la educación, 2. equidad educativa, 3. formación docente, 4. gestión de la educación, y 5. inversión para la educación.

¿Se imagina a nuestros gobiernos locales convocando a gremios para otra cosa que no sea discutir salarios? ¿Imagina al gobierno recibiendo a alumnos para otra cosa que no sea solicitarles que liberen una escuela tomada? Podría seguir.

La mesa del Diálogo inició sus sesiones en octubre de 2016, para ofrecer lineamientos y analizar las propuestas presentadas por las 5 mesas temáticas que iniciaron sus reuniones en el mes de noviembre de 2016. En total, se realizaron 117 reuniones de las mesas temáticas y 22 reuniones de la mesa plenaria, donde se lograron consensuar un total de 37 políticas públicas articuladas en 241 líneas de acción, plasmadas en un valioso documento.

Durante la mitad del proceso, la mesa plenaria identificó la necesidad de crear un Consejo Permanente Multisectorial para la Implementación del Compromiso Nacional para la Educación (COPEME), con el fin de, bajo el mismo principio de interés amplio y multisectorial, realizar el seguimiento y monitoreo de la implementación de las políticas y sus respectivas líneas de acción, consensuadas entre todos los sectores durante el Dialogo.

La metodología utilizada para llevar a cabo esta iniciativa fue la de Diálogo Democrático, ampliamente trabajada, estudiada y sistematizada por el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD) en el marco de la cooperación relativa a propiciar una mayor y mejor gobernabilidad en los países. Esta metodología posee 5 fases claramente definidas: la etapa exploratoria (aquí se definen los actores del proceso y las alianzas), la etapa de diseño, la etapa del diálogo (neurálgica en el proceso de generación de consensos, orientaciones y políticas), la etapa de la creación del COPEME, y la etapa de implementación y actualización.

Los factores críticos de éxito que se han identificado durante el proceso están relacionados con la viabilidad de la aplicación de las políticas educativas diseñadas en este proceso de compromiso nacional por la educación. En tal sentido se ha determinado que la viabilidad de estas políticas está relacionada con: 1. voluntad del nivel político para su implementación, 2. disponibilidad de recursos financieros y de recursos humanos calificados, suficientes y comprometidos, 3. articulación entre los distintos niveles del sistema educativo y las instituciones que lo conforman, y 4. empoderamiento y participación de la ciudadanía a través en los espacios y mecanismos de implementación. El objetivo de todo el proceso e iniciativa es hacer de la educación una causa nacional en la República de Panamá.

¿Por qué es importante este caso para las discusiones de reforma educativa en nuestro país? A mi juicio, por 2 razones fundamentales: alianzas y procesos.

Definir la alianza de actores es el paso primero y fundamental, siempre menospreciado en nuestro país. Confundimos legitimidad de origen (tener los votos en las urnas o en el parlamento) con legitimidad procedimental (tener las ideas de todos los actores integradas dentro de los proyectos de ley). Esta confusión no solo empobrece el debate democrático (interpretado como un juego de suma cero, cuanto más tengo de una, menos me intereso por la otra), sino que además hiere de muerte a cualquier ley aprobada por el Congreso, ya que la hace lábil de ser reemplazada en el primer cambio de mando del poder político. Así, no solo nos habituamos a interpretar a las leyes solo como unas orientaciones de práctica circunstanciales, a la espera de ser reemplazadas, sino que además nos enfrentamos con un permanente zigzag legal y normativo que nos impide crear, crecer, mejorar. Nunca logramos hacer pie sobre un territorio firme, y siempre interpretamos a las leyes como un capricho ideológico del gobierno de turno, pensado más para jugar a la política electoral o presupuestaria, que para resolver estructuralmente los problemas de las personas más vulnerables.

La responsabilidad del poder político de turno es justamente crear alianzas que den estabilidad a los procesos de diseños de políticas de Estado, en particular a aquellas causas que se desean imponer como causas nacionales. Imagine por un segundo la discusión de nuestro ya abandonado Plan Maestro, discutido en profundidad por 8 o 10 actores educativos relevantes, representativos y permanentes. Seguramente, otro hubiese sido el destino de ese documento, ya abandonado.

Y en cuanto a los procesos, queda clara su valía, de la misma manera que se hace evidente lo poco que nos valemos de ellos a la hora de impulsar debates de ideas, acuerdos o construcciones colectivas. Debatir, integrar y acordar no solamente es saber escuchar, es mucho más profundo, genuino, humano y responsable. Es necesitar de las ideas y opiniones de otros para enriquecer las propias, y así serle de mayor utilidad a nuestro proyecto colectivo. Tan sencillo, pero tan trascendente. Y si no nos sale naturalmente, por las razones que fuere, debemos valernos de procesos, debemos apoyarnos en procesos y metodologías comprobadas, impulsadas por organismos imparciales y profesionales.

La presentación de la Ministra Paredes nos recuerda, con claridad, la necesidad de construir alianzas amplias y apoyarnos en procesos, si deseamos hacer de la educación una causa nacional, y no solo una disputa mezquina de egos y recursos del Estado. Sin proponérselo, la República de Panamá nos está dando una gran lección respecto de cómo iniciar un proceso de transformación de la educación. ¿A alguien interesará?