JUAN MARÍA SEGURA

Fabricar progreso

Por Juan María Segura


¿Por qué necesitamos que nuestros hijos y los alumnos de nuestras escuelas y universidades sean creativos? Por que la vida de adultos los desafiará como nunca antes a otras generaciones. Esa es la época que les tocó en suerte, para bien o para mal.

La creatividad, adecuadamente internalizada como proceso de pensamiento, favorece la adaptabilidad frente a cambios radicales de entorno, y habilita un diálogo de reflexión interior que da forma al carácter de la persona. Quienes deciden crear, tomar riesgo y salirse de la caja, con mucho de audacia y algo de pericia, emprenden un recorrido de iteración y aprendizaje que puede durar una vida entera. Y, en dicha aventura, seguramente encuentren la oportunidad de innovar en cada instancia laboral que enfrenten.

Si bien creatividad e innovación son términos que suelen aparecen casi siempre juntos, presentados casi como sinónimos, en el Cambridge Handbook of Thinking and Reasoning encontramos un capítulo especialmente dedicado a la creatividad, pero ninguno que trate el tema de la innovación. La creatividad es definida por autores de gran talla (Sternberg, Kaufman y otros) como la habilidad para producir trabajo novedoso (original, inesperado), apropiado y de elevada calidad, que no puede ser juzgado con independencia del campo y contexto temporal en que actúa la persona. El mismo Sternberg en su trabajo Investment theory of creativity (1991, 1995) establece una fuerte correlación entre creatividad y seis elementos diferentes pero interconectados: capacidad intelectual, conocimiento, estilos de pensamiento, personalidad, motivación y entorno o ambiente. De esta manera, concluye, la creatividad se aloja en la mente de las personas y no en otro lugar. Son los individuos y no los sistemas ni las instituciones los verdaderos reservorios de creatividad.

Al hablar de innovación, el corrimiento hacia el terreno visible, práctico, tangible y funcional del mundo de las organizaciones es mucho más evidente. Si la creatividad es una suerte de aptitud cognitiva o neurológica conducente a resolver problemas a partir de formulaciones mentales no convencionales o no exploradas aún, que se aloja en la mente de las personas, la innovación se presenta como la materialización de esa forma de pensamiento, una suerte de su expresión visible o validación práctica de una parte de ese pensamiento creativo. La persona creativa es la chispa que puede volver innovadora a una institución, y no al revés. Por este motivo, tal vez, las organizaciones más vanguardistas están colonizadas por personas altamente creativas, pero los rankings que comparan esas organizaciones hablan de instituciones innovadoras. En síntesis, necesitamos que los niños se habitúen desde pequeños a pensar creativamente, con el fin de que ayuden a crear instituciones y soluciones innovadoras cuando grandes.

Semanas atrás, la consultora Boston Consulting Group (BCG) publicó un nuevo ranking de las 50 empresas más innovadoras del mundo, y si bien los resultados no mostraron grandes sorpresas o cambios, encuentro oportuno reflexionar sobre algunos de sus significados. El ranking lo encabezan Apple, Alphabet (Google), Amazon y Microsoft, y completan el top 10 Samsung, Huawei, Alibaba, IBM, Sony y Facebook. Todas las empresas del top 20 poseen una fuerte base tecnológica y digital, ‘venden’ tecnología, son mayoritariamente norteamericanas (15 de las primeras 20) y nacidas a partir de los 70’ (13 de las primeras 20). El ranking de BCG, elaborado a partir de la opinión de 2.500 ejecutivos innovadores globales, es consistente con el último ranking publicado por Reuters de las 100 universidades más innovadoras del mundo, en donde 48% son norteamericanas.

¿Por qué querría que mi hijo o alumno sea creativo? Para que pueda insertarse con comodidad y gusto en este mundo en transformación y, eventualmente, sea capaz de convertir esa habilidad de ‘producir trabajo novedoso, apropiado y de elevada calidad’ en innovación organizacional que conecte, transporte, entretenga, democratice, pacifique. Las 4 organizaciones que lideran el ranking de BCG también figuran como las 4 marcas más valiosas del planeta, y todas fueron creadas por jóvenes creativos y audaces a partir de 1975. ¿Cómo sería hoy el mundo sin Amazon, Google, Microsoft, ni Apple? ¿Acaso sin Apple hubiesen existido Next y Pixar? ¿Y sin ellas alguna vez hubiésemos conocido a Woody y Buzz, y a los personajes de las 21 películas posteriores (sin contar los cortometrajes)? ¿Y sin Amazon podríamos haber leído todo lo que leímos? ¿Y sin computadoras, ni smartphones, ni planillas de cálculo, acaso todo hubiese sido más sencillo o engorroso?

Necesitamos imperiosamente que nuestro sistema educativo desarrolle la creatividad en nuestros hijos y alumnos desde temprana edad, y que ello los impulse a innovar y crear empresas, proyectos y plataformas que agreguen valor para la sociedad. Las 4 empresas que lideran los rankings señalados poseen un valor agregado de mercado cercano a los 6 trillones de dólares, y generan cientos de miles de puestos de trabajo de alta calidad en todo el mundo. Para que pueda comparar, el PBI de Argentina (us$ 462 mil millones) es menor a la mitad del valor de mercado de Google, que se creó hace apenas 22 años.

Deberíamos anhelar que nuestros hijos, fruto de una educación desafiante, exigente y estimulante, egresen con la intención de crear organizaciones como las que aparecen en estos rankings, innovadoras, protagonistas, disruptivas, necesarias. Si no logran hacerlo, al menos que estén en condiciones de trabajar dentro de ellas, pues en esos ambientes laborales literalmente se cocina el guiso que luego recibe el planeta en forma de productos y bienestar. Hoy nos conectamos todos cuántas veces queremos y a cualquier lugar del mundo vía Zoom, Meet, Teams, WhatsApp  o Skype, sin pagar 1 solo peso. Eso, y muchos otros servicios más, son bienestar. ¿Acaso no lo ve? Internet y los smartphones son la mayor resolución democratizante de la historia de la humanidad, yo quiero a mis hijos y a nuestros alumnos alistados en esas fuerzas de progreso y bienestar, y no esperando vivir de un empleo de calidad media y de dudosa utilidad, provisto por un Estado glotón.

Niños creativos, jóvenes emprendedores, empresarios innovadores y un Estado que garantice reglas de juego, sin asfixiar, ¿tan complicado es de comprender? Debemos amigarnos con la idea de fabricar progreso, y para eso debemos volver a fundar una sociedad basada en el trabajo y el esfuerzo, y no en la dádiva y la tonga.