JUAN MARÍA SEGURA

Matrix y la falla en la educación

Por Juan María Segura


La película Matrix produjo un gran impacto en mí. Sin dudas, alteró mi conciencia. En algún punto, me educó, ayudándome a tomar conciencia sobre ciertos aspectos sistémicos, y sobre cuestiones exógenas al espacio desde el cual uno obra.

La zaga, presentada en 3 películas diferentes, plantea que, en el futuro, y luego de una dura guerra, casi todos los seres humanos han sido esclavizados por máquinas e inteligencias artificiales creadas. Estas tienen a los seres humanos en suspensión y con sus mentes conectadas a una simulación física que representa el final del siglo XX, ese diseño artificial es a lo que se llama The Matrix. Los seres humanos son usados por las máquinas para obtener energía, y las pocas personas que no están suspendidas o que han sido liberadas viven en la ciudad oculta de Sion y tienen naves que se mueven por el subsuelo, entrando de forma clandestina a la matriz para liberar a otras personas conectadas, suspendidas, indefensas, dominadas en su voluntad, sin siquiera tener conciencia de ello.

El personaje Morfeo cree que hay alguien dentro de la matriz que es el elegido para hacker el sistema, la persona que acabaría con la guerra y con las máquinas, de acuerdo con una profecía. Morfeo cree que Neo, un pirata informático que vive suspendido dentro de la matriz, desentendido de esta problemática, puede ser el elegido. Pero para probarlo, primero debe liberarlo de ese estado de suspensión e inconsciencia, para luego intentar, desde Sion, acabar con la matriz y con el estado de esclavitud y sometimiento que las máquinas y la inteligencia artificial, a través de programas y “agentes”, mantenía sobre la raza humana.

La primera película de la zaga apareció en el año 1999. ¿Coincidencia? No estoy seguro, pero me animo con una hipótesis. Suelo mencionar que la época que estamos viviendo se inicia con la revolución de los flujos de información y de las comunicaciones que supuso la creación de internet (1992). Esto habilitó la revolución del comercio electrónico de Amazon (1994), eBay (1995) y Mercado Libre (1997), impactó de lleno en las industrias del cine animado (Toy Story, 1995), las producciones televisivas (Netflix, 1997), la industria de la música (Napster, 1999) y de las agencias de viaje (Despegar, 1999), actuando Google (1998) como un gran dinamizador de este nuevo mundo en red. Durante estos años aparecieron persuasivos libros de Castells (La era de la información, 1997), Negroponte (Ser digital, 1995) y Tapscott (La economía digital, 1995) que dieron sustento teórico y anclaje a lo que estaba emergiendo. Si bien esto es una selección arbitraria de empresas, personajes y fechas, sin embargo, ayuda a diagramar el argumento que, creo, sirve de contexto para hacer de The Matrix una propuesta sumamente oportuna. En un contexto en donde comenzaron a aparecer empresas, soluciones e ideas disruptivas del orden de cosas, y más allá de la explosión de la burbuja puntocom que se sucedió durante el año 2000, cobra mucho sentido crear una ficción que nos ayude a entender nuestra cultura, acuerdos institucionales y herencias como una suerte de matriz de la cual es necesario liberarse. 

En algún punto, el sistema educativo es una suerte de Matrix, a la espera de que algún Neo la hackee y desmantele. Si bien el sistema no fue creado por máquinas ni por inteligencias artificiales, y no está custodiado por programas como los agentes, tiene a casi todos sus alumnos suspendidos, produciendo energía en una dirección contraria a la voluntad natural de la niñez. Los niños gozan de jugar y experimentar, y de eso hacen poco dentro del aula. Los niños disfrutan aprendiendo, y dentro de la escuela ese deseo se adormece a medida que avanzan en escolaridad. Los niños tienen intereses e inquietudes particulares que raras veces son consideradas al momento de diseñar currículas escolares. Es tan grande la distancia que existe ente el sistema educativo, sus administradores y diseñadores, y los niños, que parece propio de una película de Hollywood. Este sistema, que seguramente encontró buenos argumentos para concebirse en otro momento de la historia, en la actualidad es una trampa, una suerte de diseño pernicioso custodiado por agentes de carne y hueso más interesados en el sistema que en los niños que lo habitan.

Daniel Dennett, uno de los más importantes filósofos de la ciencia, con especial interés en las ciencias cognitivas, en algún momento indicó que ‘…tenemos muchas instituciones, costumbres, hábitos, tradiciones, que sobreviven a su utilidad. Pueden haber sido útiles en algún punto, y algunos ítems culturales están excelentemente diseñados para beneficiarse... a sí mismos. Son parásitos culturales que viven de nosotros, no nos hacen ningún bien y sólo son buenos para hacer más copias de sí mismos. Como las ratas y las cucarachas: son especies culturales "sinantrópicas": evolucionan para vivir en compañía de los seres humanos, pero no están domesticadas …’. Frente a un sistema educativo que fracasa, no solo en Argentina, sino en casi todo el mundo, medido en términos de la calidad de sus aprendizajes (a pesar de que cada vez recibe más recursos), me pregunto si finalmente no deberíamos aceptar que estamos frente a un parásito cultural, una matriz que nos fagocita sin hacernos ningún bien.

La evidencia de los malos aprendizajes agregados del sistema educativo representa su falla, el lugar desde el cual debemos hackerlo y desafiarlo. Por eso el título de esta reflexión, por eso el vínculo entre Morfeo, Dennett y Castells. La época que vivimos me resulta fascinantemente desafiante, pero debemos abordarla con coraje y con pensamientos e ideas originales. Y si en el camino debemos deshacernos de ciertas ratas y cucarachas, no debería temblarnos el pulso. ¿Acaso queremos vivir encerrados en Sion, o ser habitantes libres del mundo? Linda encrucijada, inquietante.

Recuerdo con claridad la primera vez que vi la película Matrix, junto con mi esposa y un matrimonio amigo. Con mi esposa salimos del cine exaltados, transformados, alterados. Deseábamos discutirla, repasarla, saber si ambos la habíamos entendido e interpretado de la misma manera. La propuesta nos había resultado impactante, y había quedado rebotando con fuerza en nosotros. Por el contrario, a nuestros amigos les pareció una producción confusa, pretenciosa, sin valor alguno. Actualmente, uno de ellos ocupa un alto cargo ejecutivo en el gobierno argentino. Me pregunto si será consciente de que el sistema educativo tiene una falla, como Matrix la tenía, y si estará interesado en hackearlo para liberar a los cientos de miles de niños y niñas que se encuentran suspendidos en las aulas de su jurisdicción, solo alcanzando aprendizajes pobres.