JUAN MARÍA SEGURA

Necesitamos una cultura nacional lectora

Por Juan María Segura


Leer en pantallas o en papel, ¿es esa la cuestión? Hace 1 año propuse a muchos funcionarios educativos embarcarse en una cruzada federal a favor de la cultura lectora. La hipótesis de la propuesta era que, más allá de los millones de libros, diarios, revistas, computadoras, tabletas, e-books y smartphones que se venden por año en nuestro país, carecemos de un apego profundo a la práctica de la lectura. Este rasgo cultural, que se percibe con claridad cuando observamos el rendimiento de nuestros alumnos en el dominio de la lectocomprensión, pero que también se verifica al ver las pocas personas que leen en un colectivo, en un parque, en la playa, en la biblioteca, mientras esperan el tren o en su casa un día cualquier, no solo ubica a nuestros alumnos en un posición incómoda y riesgosa de cara a la complejidad de mundo en que deberán desarrollar su vida adulta, sino que también pone a la Argentina en un zona riesgosa de competitividad a medio plazo.

Es cierto que las comparaciones son odiosas, pero a veces ayudan a comprender el punto. En Finlandia se leen un promedio de 48 libros por año y, en parte gracias a ello, sus alumnos de 15 años están entre los que mejor dominio demuestran de la lectocomprensión. Ese apetito por la lectura no solo se abona en un sistema educativo particular, sino que principalmente se aloja dentro de una cultura que ama la idea del viaje y la exploración que la lectura supone u ofrece. En Latinoamérica, en comparación, no hay país en donde se lean más de 5 libros por año, en el mejor de los casos. Y no hay política educativa ni inversión que resulte eficaz dentro del sistema educativo para torcer esa práctica, en parte por la ausencia de una cultura lectora fuera de la escuela. En Perú, como en tantos otros países de la región, se implementó el programa de Una Computadora por Alumno, se entregaron 1 millón de netbooks equipadas cada una con 200 e-books. Años más tarde, el BID comprobó que esos libros habían tenido entre mínimo y ningún uso, tanto por los alumnos como entre sus familiares, a pesar de que una gran proporción de esos alumnos poseía, en promedio, menos de 5 libros en sus hogares. Como es de esperar, el impacto de esa política en el rendimiento de los chicos en los exámenes estandarizados de lectocomprensión no sufrió ninguna modificación.

La propuesta que llevé a los ministros era ambiciosa en alcance y con una logística engorrosa, pero ofrecía la oportunidad de obrar en forma federal y apartidaria, reuniéndolos en torno a una acción vistosa y llamativa, que a su vez no interfería con las acciones y programas que cada jurisdicción tenía en curso alrededor de la lectura dentro de sus escuelas. 

Una de las piezas de esa propuesta consistía en la consagración en nuestras efemérides del Día Nacional de la Cultura Lectora. Para ello, propuse el siguiente texto:

Visto:

- Que la lectura es una actividad de largo arraigo y tradición en la República Argentina,

- Que la lectura ha permitido no solo forjar a generaciones de líderes e intelectuales destacados en el país en sus campos disciplinarios y de práctica profesional, sino también favorecer el desarrollo de una práctica de respeto hacia la diversidad cultural de sus regiones, comunidades locales y pueblos originarios,

- Que los usos y costumbres de los adultos, la familia y la sociedad en general asociados a la lectura representan un entramado de prácticas, lenguajes, símbolos, modales, valores adheridos y aspiraciones dentro del cual el sistema escolar despliega sus estrategias pedagógicas y didácticas de lectocomprensión, condicionando su eficacia,

- Que, a pesar de los esfuerzos programáticos, normativos y presupuestarios llevados adelante por el Poder Ejecutivo, los gobiernos provinciales y la Ciudad Autónoma de Buenos Aires a través de sus Ministerios, Direcciones y Agencias dedicadas a mejorar la competencia lectora dentro del sistema escolar, los niveles de dominio lector de los alumnos son insuficientes,


Y considerando:

- Que la práctica de la actividad lectora en el país puede verse favorecida a través de actividades y estrategias que visibilicen las acciones programáticas impulsadas por los organismos del Estado con injerencia en el tema, sensibilizando a la población adulta y a la opinión pública,

- Que los cambios positivos en los comportamientos de los adultos con respecto a la práctica lectora generan una influencia favorable hacia la población de alumnos escolares, aumentando las posibilidades de que las intervenciones y programas de práctica lectora dentro de la escuela produzcan aprendizajes de calidad,

- Que el calendario nacional de efemérides carece de un día que anime a reflexionar sobre la conveniencia de desarrollar una cultura nacional lectora de todos sus habitantes en todos los rincones del país,

- Que la ley 26.754 promulgada en julio de 2012, que declara al día 24 de agosto como ‘Día del Lector’, se instituyó en conmemoración y homenaje al día del natalicio del escritor argentino Jorge Luis Borges, circunscribiendo su alcance principalmente a reconocer la obra y trayectoria de Borges como figura insoslayable de la literatura nacional y universal,

- Que el 01 de abril se conmemora la el Día Mundial de la Educación, fecha instituida en forma conjunta por la ONU y la UNESCO, con el fin de incentivar la educación y la formación disciplinaria de este aspecto para bien de cada Nación, en conjunto con las familias,


Se sanciona con fuerza de Ley lo siguiente:

ARTICULO 1° - Instituir el día 1 de abril de cada año como ‘Día Nacional de la Cultura Lectora’.

ARTICULO 2º - Encomendar al Poder Ejecutivo Nacional, por intermedio de sus ministerios, agencias y dependencias con injerencia en el tema, la realización en dicha fecha de actos, actividades y acciones de fomento de la práctica de la lectura y del desarrollo de una cultura nacional lectora en todo el territorio de la República Argentina.

ARTICULO 3º - Invitar a las provincias y a la Ciudad Autónoma de Buenos Aires a adherir a la presente ley, acompañando con acciones, declaraciones, celebraciones y actividades equivalentes.

ARTICULO 4° - Modificar el artículo 1° de la Ley 26.754, quedando redactado de la siguiente manera ‘…Instituir el día 24 de agosto de cada año como “Día de Jorge Luis Borges”, en conmemoración y homenaje al día del natalicio de tan distinguido escritor argentino…’.

ARTICULO 5° - Modificar el artículo 2° de la Ley 26.754, quedando redactado de la siguiente manera ‘…Encomendar al Poder Ejecutivo Nacional la realización en dicha fecha de actos de divulgación de la obra y trayectoria de Borges, como figura insoslayable de la literatura nacional y universal…’.

ARTICULO 6° - Comuníquese al Poder Ejecutivo Nacional.


Como lo habrá notado, finalmente la política y el reacomodamiento de actores de cara al año electoral que significó 2017 impidieron que la propuesta no prosperara, y el programa nunca se implementó. Una pena.

Volvamos, entonces, a la consigna inicial. Leer en pantallas o en papel, ¿es esa la cuestión? Creo que no, que lo verdaderamente relevante es que, tanto dentro como fuera de la escuela, nos volvamos a enamorar como sociedad de la lectura por sobre el formato o sustrato en el cual leemos.

Leer o no leer, ¡esa es la cuestión en discusión! Y para que los que chicos se enamoren de la lectura y sus posibilidades, la escuela no alcanza, los adultos debemos desarrollar una nueva cultura y práctica. En los últimos 3 meses, ¿cuántas veces su hijo lo vio leyendo un libro, revista, diario, ensayo, en formato físico o digital? Ese es el punto, eso es lo que debemos modificar.

Por lo tanto, ofrezco abiertamente este pequeño borrador de proyecto de ley para cualquier legislador que sienta que esto es útil y funcional al despliegue de una nueva cultura nacional lectora, aliada de la escuela y aspirada por nuestros hijos. ¿Alguien tomará esta bandera? Veremos…