JUAN MARÍA SEGURA

Prólogo del libro #YQSR

Por Juan María Segura


Depende. Esta pequeña palabra se me grabó en la cabeza en una de las maestrías que realicé, ya hace más de 20 años. Cada vez que discutíamos un caso de estudio con mis compañeros de clase e intentábamos precipitarnos con una argumentación que considerábamos sólida, el profesor nos paraba con un ‘¡depende!’ y nos forzaba a reflexionar y clarificar las dimensiones que estábamos considerando para concluir de tal manera. Entender el lugar, la coyuntura particular, la carga subjetiva influenciando el juicio al momento de analizar una situación, cualquiera sea su naturaleza, se incorporó en mí como una forma natural de observar, reflexionar y, eventualmente, hacer.

Hace exactamente 4 años comencé con la redacción del libro ‘Yo qué sé (#YQS), la educación argentina en la encrucijada’, y ahora decido sentarme nuevamente para continuar con esa misma discusión y diálogo con el lector, por supuesto agregando algunos giros y novedades. Sin embargo, lo primero que me viene a la cabeza en el momento cero de esta nueva aventura es, ¿justifica actualizar el debate, siendo que pasaron tan solo 4 años? ‘Depende’, me diría mi profesor. Ese período de tiempo puede parecer poco para algunas personas, actividades o eventos. Piense, por ejemplo, que solo vivimos un mundial de futbol (2014), uno de rugby (2015), una olimpíada (2016), una sola elección para presidente (2015 en Argentina). Seguro que muchas personas siguen trabajando en la misma empresa y actividad, me animo a asegurar que usted sigue en el mismo rubro e industria. También el empleado textil la sigue peleando por igual, el político sigue viviendo de los otros, el periodista continúa hablando de los mismos problemas, el empresario lo sigue siendo, mientras el bancario sigue cobrando bonos a fin de año. Visto así, 4 años no parecen gran cosa, y hasta no justificarían ‘reabrir el caso’ del debate educativo propuesto por ‘Yo qué sé’.

Parecería que la suerte está echada, ¿no es cierto? Bueno, no. Si usted trabaja en educación, ¡4 años en esta época de la historia es un montón de tiempo! El entorno tecnológico dentro del cual las instituciones educativas operan se ha seguido transformando de una manera exponencial. Piense que el canal Youtube, que se creó apenas en 2004, hace 4 años ya recibía entre 50 y 80 horas de video por minuto, y ahora supera las 500 horas. Haga las matemáticas y reflexione sobre los posibles impactos de este solo fenómeno en la educación que se imparte en escuelas y universidades. ¿Acaso la explosión de los videos tutoriales no altera la forma de distribuir conocimiento en el mundo? ¿Acaso ello no tiene un gran impacto en la forma en la cual niños y adolescentes consumen contenido, aprenden destrezas y generan significados? ¿Acaso solo Youtube pasó de 80 a más 500 horas de videos subidos por minuto sin filtro a la red, mientras el resto se mantuvo estable y sin cambios? ¿Acaso uno puede suponer que el primer Papa TED, la revolución blockchain y las criptomonedas, el big data, la robótica y la inteligencia artificial no tienen un impacto espectacular en la educación? Ese es justamente el supuesto que justifica retomar el debate iniciado 4 años atrás. Ese es el gran ‘depende’ que apuntala la intención y pretensión de este nuevo diálogo, de este debate renovado y actualizado.

Cuando en 2013 comencé a juntar las piezas del debate y discusión que luego propuse y presenté, mi atención estaba centrada en la Argentina, país en el que resido. En ese momento, el país estaba a las puertas de unas elecciones presidenciales sumamente críticas (todas las elecciones lo son, pero en esas en particular había más cosas en juego), y me había propuesto hacer una contribución. ¿Cuál contribución? La de ofrecer un texto de fácil lectura en donde se pudiese encuadrar el debate educativo entre la realidad de la coyuntura (siempre apremiante, con malos rendimientos, discutida a los gritos, pero sin información fiable) y los desafíos de la época (en estado beta y avanzando a gran velocidad nadie sabe bien hacia dónde). Mi interés era alentar un debate sobre educación más informado y desafiante, organizado y original e innovador. Y fue por ello que organicé ese texto con un propósito específico: ayudar a discutir mejor de educación en mi país. Al hacerlo, no solo me valí de casos de innovación educativa desarrollados por compatriotas, sino que además desplegué un capítulo entero describiendo el entramado legal, regulatorio y normativo a través del cual se gobierna el sistema educativo nacional. Medio pesado (me lo confirmaron algunos amigos y colegas de esos que no tienen filtros...), pero necesario, muy necesario para el debate que debía ocurrir, para el aporte que deseaba realizar.

A pesar de esa orientación más bien local del texto, visto en perspectiva, aquel libro resultó un gran acierto. Tanto el lenguaje utilizado, como el deambular zigzagueante entre la teoría actualizada y experiencias personales relevantes, como el diálogo fluido entre la coyuntura y la época, el planteo propuesto colaboró en gran medida a situar el debate y desafío educativo en su justo punto. A pesar del sello tan argentino, que muchas veces disuade al lector extranjero, fue sumamente apreciado y debatido por colegas en diferentes países de la región. Y fue precisamente eso lo que me convenció de que valía la pena retomar el debate, pero en esta oportunidad proveyéndole un tono y orientación más regional y menos local.

A fines del 2015 se conocieron resultados de una investigación impulsada por Gallup sobre el estado de la educación y de la innovación educativa en el mundo. Se consultaron más de 1.500 expertos educativos de 149 países diferentes, y los resultados se agruparon en 9 diferentes regiones. Latinoamérica se ubicó como la región del mundo que menos innova en educación, y además destacó por ser el lugar en donde peor se enseñan contenidos del siglo XX (matemáticas, por ejemplo) y del siglo XXI (creatividad, por mencionar alguno). ¡Cómo no reorientar el debate hacia este territorio que tanto amamos, hacia esta realidad que tanto nos duele, hacia este mandato al que no podemos correrle el cuerpo!

Por eso decidí retomar el debate y darle este nuevo giro y orientación. Respetando la estructura, estilo y arquitectura conceptual, me propongo en este nuevo texto retomar las riendas del debate del libro ‘Yo qué sé (#YQS)’, pero recargado y actualizado. El texto y aventura que usted tiene entre las manos está recargado de nuevos datos y evidencias sobre el estado de la educación en la región. Desde ese lugar, el libro resulta más sólido, abarcativo y persuasivo que su predecesor. También, a diferencia del anterior, el libro ofrece casos de diferentes países de la región. Claro que no todos los países están representados, ni siquiera todos los casos educativos innovadores de cada país están relevados. En este sentido no resulta un relevamiento estadístico, ni siquiera un índice o catálogo de buenas prácticas. El mismo principio que guió la elección de los 4 casos presentados anteriormente es el que ahora prima para mostrarle lo que usted leerá más adelante.

También este nuevo texto está recargado de nuevos debates sobre el tema, muchos de los cuales presencié y hasta propicié. Debatir nos expone, pero también nos acerca. Debatir en educación en un contexto cargado de frustraciones, información imperfecta e intenciones dudosas de las contrapartes, es un gran desafío que nos obliga a ser metódicos, disciplinados y enfocados. En ese sentido, en este nuevo libro vuelvo a comprometerme con esos debates y argumentaciones, al dejarlos por escrito. Finalmente, este nuevo libro viene recargado de anécdotas personales. Vivo mi tarea educadora con gran apasionamiento durante las 24 horas, y eso hace que le encuentre una dimensión educativa a eventos, conversaciones, episodios o hechos ordinarios de la vida cotidiana que tal vez otros no llegan a percibir. De tanto que pienso y siento el tema, de tanto que obro en el campo educativo, más hechos percibo, más capacidad reflexiva desarrollo sobre la materia, y mejor me sitúo para hacer de esas vivencias personales un insumo útil al debate propuesto.

En alguna oportunidad leí una entrevista a Daniel Dennett, escritor norteamericano y uno de los filósofos de la ciencia más destacados en el ámbito de las ciencias cognitivas, especialmente en el estudio de la conciencia, intencionalidad e inteligencia artificial. En un pasaje de la entrevista el experto se despacha con el siguiente concepto: ‘…Tenemos muchas instituciones, costumbres, hábitos, tradiciones, que sobreviven a su utilidad. Pueden haber sido útiles en algún punto, y algunos ítems culturales están excelentemente diseñados para beneficiarse... a sí mismos. Son parásitos culturales que viven de nosotros, no nos hacen ningún bien y sólo son buenos para hacer más copias de sí mismos. Como las ratas y las cucarachas: son especies culturales "sinantrópicas": evolucionan para vivir en compañía de los seres humanos, pero no están domesticadas…’. Instituciones, costumbres, tradiciones que sobreviven solo para hacer copias de si mismos, sin beneficiar más al hombre. Que potencia de observación, en un contexto en donde estamos intentando rencontrar el sentido de las instituciones de educación, resignificar la tarea de los educadores y reinventar una práctica en apariencia obsoleta que está siendo criticada por expertos y observadores, y que además está dando resultados agregados de aprendizaje deficitarios. ¿Acaso en este debate, las ratas son las escuelas y las cucarachas las universidades? Vale la pena profundizar sobre el tema sin ofenderse, y este libro hace su aporte.

En el foro de Davos del 2017, Sergey Brin, cofundador de Google y Alphabet, fue presentado por el presidente del foro como uno de los emprendedores más importantes de los últimos tiempos. Sin embargo, al turno de responder su primera pregunta sobre las fronteras de la cuarta revolución industrial, comenzó advirtiendo a la audiencia que debían dudar de sus respuestas y aseveraciones, pues su propia experiencia profesional le indicaba que lo que pudiera parecer terreno firme o ideas adecuadas en un momento, al día siguiente, literalmente, podían variar por completo, y viceversa. Y el ejemplo que utilizó para graficar su argumento fue su sorpresa al ver como el área de inteligencia artificial dentro de Google pasó de ser un pasatiempo de un trasnochado sin mayor trascendencia, a ser uno de los proyectos más importantes de la compañía, que hoy cruza transversalmente casi todos los proyectos más estratégicos de la empresa. La conexión entre Dennett y Brin a través de la inteligencia artificial cruza transversalmente este debate y libro, por la sencilla razón de que cruza y marca la época de una manera muy particular. Esa cuarta revolución industrial de la que aún sabemos poco, pero que anticipa en breve un mundo con 100 mil millones de aparatos conectados a internet, autos auto comandados y robots que no solo reemplazan nuestros trabajos rutinarios, sino que además generan conciencia, esa cuarta revolución amerita una discusión educativa profunda, honesta, ingeniosa.

Hace unos días participé de un programa televisivo en donde advertí que la época le exige a este sistema educativo ideas originales, alianzas generosas y audacia política. Creo que, 4 años después, retomar el debate ‘Yo qué sé’, recargarlo de datos y sentido, y reorientarlo hacia una discusión más regional, es una invitación a pensar diferente la educación, y a desplegar una nueva hoja de ruta. ¿Es este el libro para usted? ¡Depende! Si se interesó por este pequeño prólogo, estoy seguro de que encontrará sentido e ideas útiles en las páginas siguientes. Por lo tanto, ¡adelante y suerte!