Por Juan María Segura
Parece que la ola de frío en Argentina encerró a los niños en sus hogares antes de tiempo. Noticias desde diferentes puntos del país informan sobre escuelas momentáneamente sin clases, mientras que las que permanecen abiertas reciben menos de la mitad de su alumnado regular, en el mejor de los casos.
Si bien no estamos frente a la encerrona que nos impuso la pandemia, la ruptura de la rutina habitual del hogar es obvia, y de allí derivan las quejas y reclamos de los grupos de padres organizados, ahora desorganizados. No sería un reclamo pedagógico ni de modelo educativo, sino simplemente operativo o logístico. La escuela ‘parking’ (niños diariamente estacionados en la escuela, sin importar cuanto aprenden), como habilitadora de rutinas de los adultos. Cuando el parking cierra, la rutina adulta colapsa.
¿Qué opciones tienen los adultos frente a este hecho consumado? Mas aún, sabiendo que las vacaciones de invierno están a la vuelta de la esquina (11 provincias arrancan en unos días, a la semana siguiente otras 9, y luego las 4 restantes), y que a las 2 semanas oficiales de receso invernal las escuelas privadas adicionan 1 semana más. O sea, estamos frente a un mes casi completo sin clases, o con clases en modalidad ‘hacemos lo que se puede con los pocos que vengan, y ¡agradezcan!’.
No creo que la queja o el reclamo sean de utilidad. Quejarse no modifica el calendario escolar, y tampoco sirve reclamarle a viento polar que sople para otro lado. Mi recomendación es simple, armar un plan sencillo, un plan para sobrevivir julio, un plan para pasar el invierno, para ¡usar el tiempo que nos regala el invierno! Un plan que yo llamo PAF: Plan de Aprendizaje Familiar.
¿En qué consiste este plan? En que cada uno de los integrantes de la familia elija y transite el aprendizaje de 4 o 5 ítems correspondientes a categorías que cada familia deberá acordar. La idea es convertir al mes de Julio en una experiencia de aprendizaje grupal que transcurra puertas adentro de los hogares. Al final del proceso no habrá ni boletines, ni notas, ni siquiera habrá que rendir cuenta de lo aprendido si así lo dispone cada familia, o cada integrante de cada familia. Pero seguro se habrá apuntalado tanto el interés por aprender como motor fundamental del proceso (la virtud nace del deseo de hacer algo), como así también el propio ejercicio del aprendizaje como dominio disciplinar fundamental para hacer pie en esta época tan VUCA, BANI, FOMO y especialmente FOBO (temor por volverse obsoleto).
Dentro de las categorías se podrían incluir, por ejemplo, lectura, escritura, música, audiovisual, digital, creación, cocina, salud, etc. No necesariamente hay que pensar las categorías como una currícula escolar, sino justamente de una forma mucho más flexible, amigable y apropiable por el apetito, deseo y particularidad de cada familia. Para currículas, con la escuela ya es suficiente. Aprender es mucho más que una currícula oficinal, y esta es la oportunidad de ejercitarlo.
Supongamos que elegimos la categoría lectura. Entonces, cada integrante de la familia debe elegir 1 libro, el que sea, del género que sea. Solo uno, pero leerlo y atravesarlo. Conocer algo más del autor y su época, de su familia y de su producción literaria. Si el autor es contemporáneo, hasta intentar establecer contacto con él o ella. Fue de esta manera como conocí a escritor Carl Honoré, con quien hoy mantengo un lindo vínculo de amistad. La lectura puede ser una categoría muy resistida en las hogares, dado que hoy niños y adolescentes leen poco el ‘formato’ del libro. No creo que valga la pena poner el riesgo todo el PAF por intentar imponer una categoría en particular. Si la resistencia interna es grande, la abandonaría como parte del plan.
Supongamos que ahora elegimos la categoría audiovisual. A cada integrante le toca elegir una película (por ejemplo, basada en hechos reales), una zaga de películas (por ejemplo, el Señor de los Anillos, Star Wars o las de Marvel) o una serie (por ejemplo, Los Sopranos, Breaking Bad o GOT), de cualquier nacionalidad, de cualquier época. Esta categoría permite que la elección de algunos se encuentre alrededor de, por ejemplo, esa serie que hace rato algunos tienen pendientes. Esta categoría habilita momentos familiares compartidos, abre conversaciones nuevas, ayuda a conocer no solo las nuevas tramas y personajes que proponen la serie, sino también a las diferentes perspectivas del resto de los integrantes del hogar.
En la categoría música se le pide a cada integrante de la familia que elija un compositor o intérprete no habitual para cada uno (es importante correrse de la zona musical de confort), y que se deje embeber con sus sonidos, ritmos y letras. Puede ser desde un compositor de opera hasta un cantante de reggaetón, todo vale. Al igual que con el libro, la interesante en esta categoría es ir más allá del músico, explorando el contexto en el cual ese músico finalmente se expresó de tal manera. ¿Cómo fueron su infancia, vínculos amorosos, relación con el poder de turno, experiencia con drogas, interacción con músicos contemporáneos, problemas con el dinero y la fama?
En la categoría digital, para elegir una última cualquiera a los efectos de este escrito, podemos decidir que cada integrante aprenda a utilizar 1 herramienta nueva de inteligencia artificial. Nuevamente, con solo elegir 1 es suficiente, la idea nunca es atosigarse con compromisos, sino explorar y aprender con entusiasmo, permitiendo que ese ejercicio pueda cotejarse con el mismo realizado a la par por los otros integrantes familiares. Abrir conversaciones del tipo ‘¿Y a vos cómo te fue? ¿Entendiste algo? ¿Pensas que esa herramienta te servirá para algo en el futuro?’. En caso de que los integrantes de la familia sean muy niños, no anularía la categoría, sino que modificaría el ítem de aprendizaje. Propondría que encuentren algún buen canal de contenido en YouTube o que identifiquen algún podcast de algún tema que les interese conocer más (sea deporte, salud, espectáculos, ciencia, historia, etc.). Las posibilidades digitales son infinitas y ello permite que la categoría pueda ajustarse a cualquier tipología de familia.
Volvamos, entonces, al comienzo. Resulta que el frio nos arrinconó dentro del hogar, anticipando el comienzo del receso invernal y del desorden de la rutina adulta. Pues bien, aprovechemos la situación y enfrentemos Julio con un buen PAF. Convirtamos el sonido de una cachetada en una experiencia familiar íntima, novedosa y provechosa.
El Plan de Aprendizaje Familiar aquí descripto, sencillo, sintetizado en un libro, una serie, un cantante y una herramienta de IA (aunque puede ser de infinitas formas diferentes), representa mucho más que una oportunidad de aprendizaje grupal. Da vida a una intención nueva, grupal, ¡familiar!, de sacar provecho ni bien las condiciones cambian. En un mundo de cambio permanente, estar preparado y ejercitado para sacar provecho frente a giros repentinos de los acontecimientos es fundamental. El tiempo de la exponencialidad nos obliga y también nos invita a estar preparados para sacar provecho.
Resulta que, al final del día, esta ola polar solo nos está empujando a ponernos en movimiento. PAF. ¡Adelante!