JUAN MARÍA SEGURA

A este PASO...

Por Juan María Segura


Los argentinos nos enfrentamos, sin prisa pero sin pausa, al primero de los tres actos (si, ¡actos!) más importantes que vivirá nuestra sociedad, no solo en 2015 sino en años: las PASO presidenciales (primarias abiertas, simultaneas y obligatorias para elegir al próximo Presidente de la Nación), contienda electoral pensada para disciplinar y ordenar a los partidos políticos de cara a las elecciones primarias de octubre (promesa aún incumplida).

Este acto político y de la sociedad toda, trascendente desde muchos puntos de vista, coloca a los temas más importantes en el centro del debate. Y, para pesar de algunos y aun cuándo más del 50% de la sociedad diga que la educación es un tema importante, resulta que no lo es tanto como la inseguridad, el narcotráfico, el desempleo, el empleo en negro o la inflación, por mencionar algunos.

Que la educación no esté en el tope de la agenda de la sociedad frente a un evento de tamaña trascendencia, no solo nos describe de una manera radiográfica (somos especialistas en mostrar una gran inconsistencia entre lo de decimos y lo que hacemos), sino que nos condena de una forma que no llegamos a dimensionar. La educación no es simplemente un tema de análisis en tiempos electorales, un área del gobierno, un ministerio, un grupo de gremios o un conjunto de instituciones educativas. La educación es un valor social que no debería reconocer ni banderas políticas, ni coyunturas de ningún tipo. La educación fue el basamento de las principales potencias del siglo XX y, a partir de la revolución de internet de los 90, se constituyó en el código fuente de los Estados modernos e inteligentes que miran al siglo XXI plagado de oportunidades más que de amenazas. Israel, Finlandia, Estonia, Corea son ejemplos claros en el mundo actual, y dentro de la región Chile es quien lleva la delantera desde hace algunos años. La educación no es moda, ni coyuntura, por más que arroje datos que la muestren transitando coyunturas particulares. Trasciende y por mucho la coyuntura de un momento, gobierno, dibujo jurisdiccional y diseño normativo.

La educación está distribuida no solo en las aulas, núcleos de aprendizajes prioritarios y manuales, sino también en la forma en que utilizamos el lenguaje, en la manera en la que debatimos, en la actitud que mostramos frente a los actos de injusticia, en la forma en que nos comprometemos con valores que consideramos comunes. En ese sentido, la educación tiene más que ver con virtudes y prácticas, que con títulos y cargos.

El recientemente publicado libro La educación argentina en el siglo XXI, enorme trabajo de Guadagni y Boero, en especial en lo que se refiere al rearmado de las estadísticas educativas en un área en donde la información se oculta por ley, deja sobre la mesa una buena guía de problemas educativos a abordar por el próximo gobierno, a saber:

1. Deficiente y declinante calidad educativa, que coexiste con grandes diferencias vinculadas al nivel socio-económico de los alumnos y al nivel de ingreso per cápita en las distintas provincias.

2. Graduación en nivel secundario y universitario muy lejos de la igualdad de oportunidades, ya que depende en forma crucial del nivel socio-económico de las familias de los estudiantes.

3. Nivel secundario sin la calidad requerida para que sus egresados ingresen bien preparados a las actividades laborales o continúen con éxito estudios universitarios.

4. Más de la mitad de los adolescentes que no completan el ciclo secundario, provenientes mayormente de sectores de menos recursos económicos.

5. Los graduados universitarios son pocos y no tienen el perfil profesional que corresponde a las demandas educacionales de un país en crecimiento, y son pocos los jóvenes humildes que se gradúan.

Si el experimento de una década récord de gasto público en educación arroja los resultados que correcta y prolijamente listan y fundamentan Guadagni y Boero, es mandatorio que la sociedad haga de este tema EL tema más importante y trascendente de nuestra generación, y que tome cartas en el asunto. ¡Debemos tomar cartas en el asunto!

Como sociedad, si no nos apropiamos del destino de nuestro país y nos adueñamos del problema de la educación, las mejoras no llegarán, y deberemos acostumbrarnos a vivir cada vez más en una sociedad dividida, violenta e inequitativa. Yo no me resigno, ¡y nunca lo haré! 

Las PASO, ahora lo sabemos, no echaron luz sobre este tema, dado que como sociedad no supimos poner en tema genuinamente en el tope de nuestras preocupación. Ya perdimos la primera oportunidad, ¿perderemos las siguientes? A este PASO…