JUAN MARÍA SEGURA

De retadores a retados

Por Juan María Segura


El trayecto histórico del hombre como raza está marcado por la forma en la que este intenta dominar a su entorno de relaciones humanas e instituciones, de recursos naturales y tecnológicos, y de hábitos culturales de cualquier tipo en favor de objetivos comunitarios. Las religiones, los Estados Nación y regímenes monárquicos, la escritura, la exploración de los recursos naturales, la agricultura, las instituciones educativas, la ciencia y la guerra, no solo son todas manifestaciones del mismo principio, que nos diferencia del resto de los seres vivos del planeta, sino que además ubican al ser humano avanzando con determinación sobre un determinado estado de cosas, siempre con la mente puesta en el futuro y con la energía desplegada en las tensiones del presente.

De esa manera, los entornos particulares de cada época imponen retos y desafíos que tanto la sociedad en general como el sistema educativo en particular deben comprender, integrando a sus prácticas legadas abordajes originales y relevantes que den cuenta de los problemas emergentes, además de los no resueltos. La correcta asimilación de esos retos permite al hombre, digamos, graduarse de ser humano y distinguirse de otras formas de vida.

En ese sentido, las elecciones presidenciales de octubre de 2015 aparecen como una oportunidad trascendental para la Argentina, no solo por los reclamos que la sociedad le hace a un sistema educativo que no logra generar indicadores agregados auspiciantes de aprendizaje, sino también porque se producen en un momento de cambio paradigmático en la historia de la humanidad. Nunca antes la raza humana experimentó un salto cualitativo de tal magnitud y proporciones en sus condiciones de vida. Repentinamente, el mundo moderno que puso al hombre en la luna y que creo máquinas, infraestructura y sistemas universales de derechos está dando paso a un nuevo formato de sociedad hiperconectada, descentralizada, que trabaja y co-crea en red. Las más de 3.000 millones de personas de todas las razas y condiciones sociales que diariamente navegan por internet, las 120 horas de video que son producidas desde cualquier rincón del mundo y subidas cada minuto a YouTube y las 2.000 millones de personas que poseen teléfonos inteligentes son el matiz más claro y contundente de esta nueva época, siendo que internet se creó hace apenas 23 años, la plataforma YouTube hace 11, y el primer smartphone se lanzó al mercado recién en el año 2007.

En este nuevo contexto sociocultural y tecnológico, la clase política en general y los aspirantes a conducir el país a partir de diciembre de 2015 en particular deben enfrentar con dinamismo y determinación problemáticas que por su complejidad, originalidad o escala requieren nuevos abordajes en el sistema educativo. Las prácticas, recetas y referencias del pasado, Sarmiento incluido, solo pueden aportar, en el mejor de los casos, una parte de la solución de dichos problemas. El resto debe ser creado, imaginado e implementado por primera vez.

Iluminados, entonces, por las nuevas evidencias científicas provistas por la neurociencia, y apuntalados por el robustecimiento de las teorías del aprendizaje, se vuelve tan necesario como posible dotar a los aprendices y ciudadanos de una mirada cosmopolita, crítica y holística del mundo, pero a la vez despertar en ellos la sensibilidad necesaria hacia las culturas y causas locales, y el activismo y protagonismo explícito ante problemáticas que afectan la sustentabilidad del planeta. Repentinamente, la discusión de calidad versus inclusión como supra conflicto nacional para determinar la matriz de una política educativa argentina que habilite corredores de movilidad social debe dar rienda suelta a una nueva cosmovisión del mundo, más audaz en sus objetivos y más original en sus principios pedagógicos, que se materialice en un nuevo diseño de instituciones, actores y prácticas educativas. Finlandia abandonará hacia el año 2020 el diseño curricular fragmentado que proponen las materias, heredado de una concepción newtoniana de las ciencias, y Japón eliminará todo vestigio de educación nacionalista orientada a graduar guerreros defensores de una Nación que siempre se caracterizó justamente por su fuerte nacionalismo.

Las instituciones de educación y todas aquellas instituciones que articulen propuestas educativas en formatos de cualquier naturaleza están llamadas a experimentar nuevos abordajes, y a innovar, y los tiempos electorales representan una oportunidad inmejorable para reclamarlo. Educar en un entorno de volatilidad, incertidumbre, complejidad y ambigüedad es el mandato de estos tiempos para educadores e instituciones, así como para los hacedores de políticas públicas educativas.

Quienes nos hemos especializado en sistemas educativos de corte netamente educare, haciendo del reto disciplinador nuestro principal aliado, repentinamente estamos retados por nuestros tiempos, por nuevos problemas. Estamos desafiados por nuestra propia condición de modeladores del entorno en el que vivimos.

Está bueno hablar de educación en tiempos de elecciones solo si somos capaces de dimensionar adecuadamente lo que está en juego, que es mucho más que lo que el sistema demanda o que aquello que no logramos reparar hasta hoy. Debemos diseñar un nuevo modelo educativo para un nuevo modelo de sociedad. Ese es el reto, ese es el desafío.