JUAN MARÍA SEGURA

Democratizar el aprendizaje

Por Juan María Segura


Ricardo Semler es un revolucionario hombre de negocios, creador de entornos democráticos de gobierno en sus organizaciones. Entre tantas cosas que hizo, impulsó la creación de la red de Escuelas Lumiar, un modelo pedagógico novedoso, inspirado en prácticas organizacionales que ya había comprobado que funcionaban en otros entornos.

Al momento de abrir la primera escuela en San Pablo, por el año 2003, Semler llevaba ya veinte años dirigiendo una gran empresa familiar, Semco, en donde había introducido un sistema democrático de autogestión por parte de los empleados. Debido a los sorprendentes resultados y beneficios derivados de esa forma de organización y gobierno, decidió probarlo en la educación de los niños. Es por ello que el modelo Lumiar se funda pedagógicamente en la responsabilidad que asumen los alumnos, tanto en forma individual como colectiva.

El modelo pedagógico de las Escuelas Lumiar se basa en algunos principios básicos. El primero, y tal vez el más importante, es la existencia lo que se llama la currícula en mosaico, que consiste en un diseño de trayectorias múltiples de aprendizaje, estructuradas con base en las competencias y habilidades de los niños y jóvenes. Estos son quienes, cada dos meses, deben escoger un tema de interés que a la vez estimule su creatividad y los desafíe a desarrollar esquemas mentales complejos pero significativos para sus vidas y las de sus comunidades. Los alumnos aprenden del tema seleccionado a través de proyectos, módulos de aprendizaje y talleres, y tienen la oportunidad de trabajar con varios maestros a la vez, integrando así las miradas de diferentes disciplinas (matemáticas, física, historia, etc.) dentro del proyecto educativo del que se trate. Este formato de diseño curricular y de acompañamiento docente pretende situar al alumno en el centro del proceso educativo, haciéndolo sujeto activo de aprendizaje. Un sujeto protagonista y empoderado que decide y se hace responsable.

En Lumiar creen que la currícula escolar no es solo lo que se pretende enseñar dentro de aula, sino toda experiencia y relación vivida dentro de la escuela, concebida para suscitar aprendizajes. Por ello, la forma en que se organizan las actividades, los espacios de aprendizaje y la convivencia de todos los agentes educativos (docentes, tutores, empleados, directivos, alumnos pares de cualquier edad, familiares) son aspectos fundamentales en el día a día de la escuela, e impactan en los aprendizajes. Por lo tanto, además de la participación en proyectos, módulos y talleres, el aprendizaje de los alumnos se da en la relación con los otros actores, en la libertad y autonomía que se brinda a cada uno de los involucrados en este proceso y en todos los intercambios planificados o inesperados. Para la metodología Lumiar, el currículo debe estar vivo, un hecho que sucede en la medida en que todo el mundo lo construye y lo experimenta, planificando y replanteando acciones en consonancia con las necesidades y demandas colectivas e individuales.

Otra de las particularidades de la propuesta de Lumiar es su concepción de la tarea del docente. Semler llegó a la conclusión de que la labor del profesor en el mundo moderno ya no desempeña un papel importante y trascendente, y que los conocimientos del mejor docente del mundo palidecen en comparación con aquellos ofrecidos por la web o por cualquier repositorio de contenidos, sea genérico o temático. Adicionalmente, está el tema del formato multimedial de la web, visual y pedagógicamente mucho más atractivo y útil. Por eso, en las Escuelas Lumiar existen dos tipos de educadores, que son los tutores y los mentores. Los primeros tienen la tarea de cuidar a los alumnos, interesándose por las noticias del hogar, los asuntos de la escuela y sus vidas en general. Los tutores ayudan al estudiante a conocer el mundo, a resolver problemas, a responder preguntas, a explorar contenidos y abordajes. Lo asisten en la tarea de desarrollar personalidad y carácter, más allá de lo que aprenda. Lo integran con otros, lo animan a explorar las posibilidades de su entorno, le ofrecen contención y desde allí lo lanzan a crecer. Por su parte, los mentores ayudan al alumno a trabajar en sus proyectos, son los responsables por los conocimientos que el alumno va adquiriendo. Los mentores en Lumiar no necesariamente deben tener una educación formal certificada, alcanza con que tengan conocimientos adecuados y demuestren pasión hacia su trabajo. No resulta extraño que en esta tarea participen personas mayores, con mucha experiencia y sabiduría acumulada de años. 

Al permitir a los alumnos participar en las decisiones de tu trayectoria curricular, se habilitan espacios de trabajo multietarios agrupados por temática. Esto crea la oportunidad para que los estudiantes aprendan y sociabilicen entre sí como en la vida real. Esta condición permite que las interacciones y los intercambios de experiencias se desarrollen de una manera mutua y natural. La combinación del mosaico curricular, el alumno protagonista en la elección de su trayectoria escolar y los grupos multietarios de trabajo convierte en irrelevante la calificación clásica a través de exámenes estandarizados o de pruebas individuales. El sistema de evaluación es integral, y debe mostrar evidencias regulares de desarrollo de conocimientos y destrezas, y actúa más bien como un encuentro de reflexión entre los alumnos y el resto de los actores escolares. El sistema de evaluación es un diálogo abierto y transparente, más que un certificado notarial cerrado.

En un sistema donde no hay tareas sino inquietud por el conocimiento, donde no hay exámenes ni pruebas sino calificaciones integrales, donde la pizarra no tiene respuestas sino solo preguntas y desafíos, donde no hay director de estudios sino autogobierno del aprendizaje, donde no hay clases sino proyectos, donde no hay grados sino grupos multietarios, donde no hay maestros sino tutores y mentores, donde los alumnos son protagonistas y marcan la dirección y el ritmo de sus aprendizajes, y estos están vinculados a áreas específicas de interés, sería esperable que los alumnos aprendan más y mejor. Y así ocurre, dado que el promedio de las calificaciones de los alumnos de la Escuela Lumiar en los exámenes estandarizados nacionales de Brasil es de noventaiuno sobre cien, muy por encima de escuelas equivalentes y de la media nacional.

Si uno ingresa el término ‘innovación educativa’ en Wikipedia, encontrará una larga explicación y una aceptable definición del término y de la práctica. Al final de la misma se enuncian ocho casos emblemáticos de innovación educativa en la práctica, siendo las Escuelas Lumiar uno de ellos. ‘…Estas escuelas promueven la formación de estudiantes autónomos que sean capaces de trabajar colaborativamente en una sociedad democrática. Originario de San Pablo, Brasil, este proyecto propone y lleva a la práctica la metodología del Aprendizaje Basado en Proyectos. En cada proyecto, ese aprendizaje va contemplando diferentes competencias y áreas del conocimiento…’, señala. No estoy seguro de que sea la mejor síntesis de la metodología, pero igual destaco que se muestre como un ejemplo mundial de innovación educativa. De hecho, la organización UNESCO, la empresa Microsoft y la Universidad de Stanford la han incluido dentro de las doce escuelas más innovadoras del mundo, así que no hace falta que yo lo convenza de nada en lo que otros más importantes y renombrados ya se han pronunciado. 

Cuando analizo a una experiencia como la de las escuelas Lumiar, siempre me pregunto si en otra época hubiesen sido posibles. ¿Es Lumiar un producto de esta época, o simplemente es una institución que nace gracias a la figura de un gran emprendedor como Ricardo Semler? Y creo que la respuesta está en… internet. Internet modificó por completo el flujo de información dentro de una institución educativa, debilitando la autoridad del docente y desorganizando la estructura escolar clásica. Es en esa desorganización de la información, disfuncionalidad de las prácticas escolares tradicionales y debilitamiento de la autoridad del docente en donde Lumiar encuentra un nuevo sustrato desde donde proponer un nuevo abordaje. Y si por la calidad de aprendizajes debemos guiarnos, tan equivocados no estaban.