JUAN MARÍA SEGURA

Dinamizando la experiencia universitaria

Por Juan Maria Segura


El impulso que genera el nuevo Sistema Nacional de Reconocimiento Académico (Resolución 1870, 0ct/2016) se funda en la idea de favorecer la permanencia y culminación de los estudios de educación superior en el país, dinamizando el funcionamiento de las casas de estudio a partir de una mirada sistémica e integradora.

La tasa y plazo de graduación del sistema de educación superior en Argentina es actualmente un dolor de cabeza para las autoridades del MEyD. Haciendo gala de su autonomía y autarquía, las universidades han afianzado una práctica y trayecto institucional con muy bajo nivel de integración con otros actores educativos, locales y regionales. En una encuesta publicada en el II Congreso de Educación y Desarrollo Económico se pudo saber que las universidades están entre mal y muy mal coordinadas tanto con la escuela secundaria (78% de respuestas), como con la empresa (60%) y la enseñanza técnica (58%). Frente a este panorama, crear una avenida de coordinación y cooperación que anime a unificar criterios de enseñanza, permanencia y titulación intermedia resulta auspicioso.

Las ventajas que veo en un sistema de este tipo son:

1) Favorecimiento de la movilidad: las 63 universidades que se inscribieron voluntariamente en el registro de instituciones que aceptan el régimen ofrecen una despliegue territorial y oferta académica que excede por mucho lo que una sola casa de estudios pueda ofrecer. Esto permite que, sea por necesidad o conveniencia, quien desea recorrer trayectos de estudio en diferentes casas, ahora lo puedan hacer.

2) Riqueza de trayectos: se abre la posibilidad de generar trayectos de estudios y experiencias de aprendizaje que ninguna carrera por si sola puede ofrecer. Por supuesto que esta ventaja dependerá de la cantidad y diversidad de oferta académica que cada casa ponga a disposición del Sistema.

3) Innovación: se abre una gran oportunidad para experimentar con nuevos bloques temáticos de aprendizaje, los cuales no justificarían nunca la creación de una carrera completa, pero sí pueden resultar altamente atractivos para algunos de los muchos trayectos de formación que los estudiantes elijan. El artículo 8 de la Resolución 1870 indica que, a los efectos animar una pauta orientadora común, se establece que cada año académico está constituido por 60 RTF (unidad de reconocimiento de trayecto formativo) y que cada RTF tendrá entre 27 y 30 horas de dedicación total del estudiante. Esta unidad adquiere una especial relevancia para probar temáticas y cursos innovares y ponerlos a disposición del Sistema.

4) Aprovechamiento de recursos: si el sistema logra mayor afluencia de estudiantes, mayores tasas de retención y plazos más breves de graduación, como se lo propone, entonces se habrá logrado dar un mayor uso a un conjunto de programas, carreras, ofertas curriculares y programáticas que hoy no están siendo plenamente aprovechadas.

Como desventajas, pondría especial atención en lo siguiente:

1) Unificación de criterios académicos: de acuerdo al artículo 29 de la LES n° 24.521, ‘...las instituciones universitarias tendrán autonomía académica e institucional...’ y, de acuerdo al artículo 59, ‘...las instituciones universitarias nacionales tienen autarquía económico-financiera…’. Para que este Sistema tenga verdadero éxito, las instituciones deben sumarse con energía, recursos y acuerdos comunes que, en algún sentido, lesionan esta autonomía y autarquía. Si bien el sistema de adhesión es voluntario, se deberán unificar criterios de ingreso y evaluación, para garantizar que los alumnos reciban un tratamiento equivalente en cualquier RTF en que decidan cursar. Esa unificación es forzosa, y puede desalentar el trabajo consensuado de autoridades públicas y universitarias. Resta ver cómo se acomoda esta tensión en el futuro.

2) Titulación: las titulaciones que resulten de trayectos de estudio producto del buen uso del Sistema, serán difíciles de interpretar por parte del mundo del trabajo. Aun cuando en los informes analíticos se especifiquen todas las temáticas, cursos, materias y tópicos aprobados, quedará desdibujado el perfil profesional perseguido por una carrera en particular, pensada y concebida para generar aprendizajes y destrezas específicas. La mayor libertad que adquieren los alumnos reemplaza, en parte, la idea de una carrera (y sus respectivos títulos) por la de un trayecto de aprendizaje auto-organizado. Está por verse cómo responde el mundo del trabajo a estos nuevos perfiles profesionales emergentes.

3) Administración: crear una iniciativa de esta envergadura y complejidad supone un esfuerzo administrativo meticuloso y, seguramente, sumamente engorroso. Todas las partes involucradas deberán no solo adaptar sus ofertas curriculares, sino también crear nuevas estructuras, sistemas y responsabilidades de administración. Dado que la iniciativa alienta el dinamismo y supone una ‘modernización’ del sistema de educación superior, esas nuevas estructuras administrativas deberán ser amigables, ágiles, precisas, fiables. Es por todos sabido que, en la actualidad, las oficinas de títulos, diplomas y certificaciones en las universidades son una especie de caja negra, sin procesos ni responsables claros, y con formas de atención tan defectuosas como informales. Dado que estás áreas jugarán un rol determinante en la certificación de los RTF de la propia casa de estudio, es importante que se ponga una especial atención en este asunto, siempre relegado por las cabezas académicas que gobiernan y dirigen esas casas de estudio.

Será importante ir actualizando regularmente la información, para saber si el Sistema van entrando en régimen, si los estudiantes van aprovechando los beneficios del mismo, y si las tasas de graduación se ven impactadas positivamente. Trascender la noticia periodística y enfocar la atención en los logros de la nueva regulación, de eso me ocuparé en unos meses.