La coincidencia es unánime: la escuela prepara a los niños para el mundo de ayer y sus características resultan totalmente obsoletas para el mundo en que vivimos. En detalle vemos que seguimos preservando la lógica de la industrialización, con aulas repletas de niños en fila frente a un gran pizarrón, repitiendo –más o menos de memoria– lo que explicó el maestro que es quien transmite la información. Mientras tanto, la realidad cambia vertiginosamente y todo parece quedar anacrónico para niños hiperconectados cuya facilidad para interactuar con la información desconcierta a todos por igual. Existe una deuda con la educación en el mundo entero y es necesario saldarla. La innovación ya es una exigencia impostergable. Este fue el tema central de la encuesta global que encaró el World Innovation Summit for Education (WISE), acerca de cómo será la escuela en el año 2030, que se realizó durante el mes de julio último y para la que se entrevistó a 645 expertos de todo el mundo. Los resultados fueron interpretados por eminencias de la talla del lingüista estadounidense Noam Chomsky; Julia Gillard, exprimer ministra de Australia y también exministra de Educación, y el profesor Sugata Mitra de la Universidad de Newcastle, Inglaterra, entre otros. Todo parece indicar que en el futuro no habrá clases magistrales; que primarán las habilidades y las capacidades de cada alumno frente al saber académico; que la tecnología modificará radicalmente el rol de los maestros, y que Internet será la principal fuente de conocimiento. Varios expertos argentinos opinan.