JUAN MARÍA SEGURA

Gestionar la escuela

Por Juan María Segura


Estuve tentado a no hacer ningún comentario por escrito sobre el asunto, para que no se interprete como una crítica al evento o a la institución organizadora. Pero cuánto más reflexiono, más me convenzo de que debo dejar plasmado mi parecer. El debate del tema es relevante. Acordar sobre el tema impacta en aprendizajes.

La cuestión es que la semana pasada asistí a un interesante foro, organizado por una de esas organizaciones que hacen cosas de verdad en educación. Esas organizaciones que se embarran y meten dentro del ‘sistema educativo’ y, a pesar de todas las trabas y contra los pronósticos de muchos, logran cambios. Inspirados por una misión precisa y por su trabajo en el país (incipiente, pero ya en condiciones de mostrar resultados auspiciosos), y guiados por el lema Transformando Escuelas, un conjunto de funcionarios, expertos nacionales e internacionales se entregaron generosamente a compartir sus experiencias, miradas y sugerencias con un público que siguió con atención el día entero de trabajo. Una muy linda experiencia de intercambio de ideas y prácticas, y de conversaciones cargadas de sentido, interés y buenas intenciones.

Los aspectos positivos del encuentro, que fueron muchos, ya los volqué en la encuesta que posteriormente completé en forma online. Entre los aspectos negativos, me quedé con una frase dando vueltas en la cabeza, mencionada con serenidad por una alta funcionaria educativa jurisdiccional: cualquier acto administrativo en una escuela es un hecho pedagógico. ¿Es realmente así? Veamos.

La administración es una disciplina desarrollada como tal y refinada a lo largo del siglo XX que siempre ha buscado, a través de buenas prácticas, ponerse el servicio de las organizaciones. Las buenas prácticas son casos de estudio, validados empíricamente e impulsados por académicos o instituciones especializadas, que obran como ejemplo de buena combinación de recursos y toma de decisiones. Si bien se acepta que las buenas prácticas no son evidencia científica irrefutable (porque la administración como disciplina no lo es tampoco), suelen ser una muy buena referencia de cómo decidir y actuar (cómo gestionar) en una gran variedad de situaciones, para una gran diversidad de organizaciones. El objetivo último de la administración como disciplina es ayudar a encontrar la combinación óptima entre eficiencia (lograr la mayor economía de combinación de recursos -financieros, humanos, tecnológicos, científicos, intelectuales, normativos, edilicios, comunicacionales-) y eficacia (lograr los resultados propuestos en el mayor nivel posible). Si una organización, cualquiera sea su naturaleza (sea una empresa, un hospital, una ONG, o una escuela), resulta muy eficiente (consume pocos recursos en comparación con instituciones similares), pero no cumple su misión u objetivo primario, entonces tiene un rendimiento sub óptimo, y su permanencia se pone en duda (¿quién querría sostener en funcionamiento una empresa, hospital, ONG o escuela que no lograr cumplir su misión primaria, aun cuando no consuma muchos recursos?).  En el otro extremo, si esa organización resultase eficaz pero ineficiente (consume más recursos que otras instituciones que realizan la misma tarea en situaciones equivalentes), ¿qué argumento podrá justificar mantener su funcionamiento tal cual? Ideología y política aparte, es una discusión de sentido común, no de economistas. Los recursos no son solo el dinero y financiamiento, sino principalmente el capital humano y que capital intelectual que de allí se desprende. Y, como todo recurso escaso, es necesario administrarlo en la combinación que mejor potencie el logro de los objetivos de la organización que se trate.

Al bajar estos principios a una escuela, rápidamente se dará cuenta que aplican con naturalidad. Una escuela es un tipo particular de organización con una misión o función claramente definida: lograr que los alumnos aprendan. Los principios de eficacia y eficiencia la alcanzan, y lo mismo las referencias de las buenas prácticas. Anticipo que los pedagogos dirán que cada alumno es un mundo, y que ello hace a la educación diferente a todas las otras actividades. No comparto. Cada cliente de una empresa es diferente, y lo mismo cada enfermo de un hospital, cada delito de una comisaría, y cada conflicto en un equipo cualquier de trabajo. Allí donde haya personas involucradas, de cualquier edad y condición, siempre habrá condiciones únicas que atender, así que en este aspecto la educación y la escuela no son diferentes al resto de las organizaciones.

Aceptando que los principios generales de la administración básica aplican para las escuelas, entonces deberá también aceptar que los principios de la especialización dentro de la organización también son válidos para la escuela. Sin extenderme en algo tan obvio, queda claro que el profe de geografía, la maestra de jardín, el preceptor de primaria y el vice director de la secundaria, si bien trabajan en beneficio de una eficacia organizacional general (el logro de un objetivo: que los alumnos aprendan), claramente tienen funciones y tareas diferentes. El rol del CEO de una empresa es diferente al del empleado de una planta, el rol del director de un hospital es diferente al del médico clínico de guardia, el rol del director de una escuela es diferente al del profesor de matemáticas. Claro que uno puede ser varias cosas a la vez (director y médico, director y docente, CEO y vendedor, presidente y gestor de recursos), pues muchas veces las organizaciones demandan ello. Pero nunca debe confundir los roles, pues los mismos son piezas fundamentales dentro de un aparato general de ingeniería social y organizacional, que no es más que una convención pensada para lograr resultados específicos. La interdependencia entre esas piezas existe, en la medida que se entienda que cada pieza y diseño está pensada para cumplir un rol en particular y no todos los roles a la vez. Si todas las funciones pudiesen ser desarrolladas por una persona en todo momento, ¿para qué necesitaríamos de una organización? Este concepto fundante de la naturaleza de una organización y de la especialización como una de sus características centrales, fue desarrollado con claridad y contundencia por Ronald Coase en 1937.

Asegurar que cualquier acto administrativo en una escuela es un hecho pedagógico es como decir que cualquier acto administrativo en un hospital es un acto de salud, o que cualquier acto administrativo en una comisaría es una acción de seguridad pública. Justamente uno de los problemas más graves que, a mi juicio, tienen la educación y la escuela en este momento en la Argentina es que no estamos separando con claridad la gestión administrativa de la gestión de los aprendizajes. Por meter todo en la misma bolsa (no entiendo bien con qué fines), estamos confundiendo el diagnóstico y demorando la solución.

Lo que más curiosidad me despierta es el hecho de que esta definición (que seguramente tendrá implicancias de carácter político, e influenciará el tipo de políticas educativas que desde esta jurisdicción se estén diseñando) provenga de la funcionaria educativa de una jurisdicción en donde, en el área de seguridad pública, por ejemplo, se ha argumentado exactamente lo contrario: los policías deben estar en la calle dando protección a los ciudadanos, y no ocupándose de los trámites administrativos y papeleos dentro de la comisaría. Este mismo principio, largamente repetido por el Jefe de Gobierno, podría aplicarse de la misma manera a la escuela: que los docentes estén enseñando dentro del aula de la mejor manera posible, y no ocupados en tareas administrativas y papeleos, que nada tienen que ver con la pedagogía, pero que alguien debe hacer, y debe hacerlo bien, eficientemente.

Finalizo con énfasis: la escuela es una organización como muchas, que necesita buena administración básica y general, además de especialistas dentro del aula para gestionar la pedagogía y los aprendizajes de la mejor manera posible. Eficiencia y eficacia se ponen en jaque si uno mete a todos los conceptos en la misma bolsa, y no solo la calidad de los aprendizajes se reciente frente a este problema de abordaje, sino que además no habrá recursos que alcancen, nunca.