Por Juan María Segura
Días pasados se conocieron los anticipos del Operativo Aprender 2018 de la voz de los funcionarios del gobierno nacional, y todos se mostraron muy entusiasmados. Aprender es un operativo nacional de medición de los aprendizajes del sistema escolar argentino de enorme transcendencia, pues anualmente extrae información de la calidad de algunos aprendizajes de algunos niveles de todo el sistema escolar del país. Si bien la medición de los aprendizajes escolares en nuestro país se realiza ya desde el año 1993, es solo a partir del año 2016 que los mismos comienzan a producirse e informarse en forma anual, y que poseen cobertura censal y no carácter muestral. Por lo tanto, que esto ocurra cada marzo es valioso en sí mismo, mas allá de los resultados que muestren.
La noticia llegó de boca del presidente, quien desde una escuela de Jujuy se mostró casi eufórico, asegurando que tenía una noticia increíble y fundacional para dar: que 8 de cada 10 alumnos de grado 6 de la escuela primaria habían mostrado un nivel superior en lengua. Si era así, la noticia ameritaba estos y muchos otros elogios. Para confirmarlo, me hice de toda la información sobre el tema que el Ministerio de Educación había subido en sus portales, y esto fue lo encontré.
En primer lugar, el resultado agregado me resulto solo adecuado. Correcto, pero solo eso. Una mejora en lengua de 8,5 puntos sobre lo evaluado hace 2 años, y un retroceso de 2 puntos en matemáticas. Esto me da un ‘empate’, sin meterme en hacer una valoración sobre la necesidad estratégica de desarrollar competencias STEM (por estadística, tecnología, ingenierías y matemáticas) por sobre cualquier estrategia de intervención. Es cierto que en lengua se mejoró, y aparentemente se mejoró en todas las provincias (no pude verificar este dato en ningún informe hasta el momento), pero no es cierto que 8 de cada 10 alumnos hayan demostrado un nivel superior. El nivel superior o avanzado lo alcanzaron solo 35% de los alumnos, el nivel satisfactorio el 40%, el básico 18% y el insuficiente el 7%. En todos los casos se mejoró en comparación a la medición de 2016, pero esos son los verdaderos valores. Si en 2016 el presidente había dicho que los resultados del primer Operativo Aprender habían sido peores de lo que habían imaginado (de allí la infeliz frase de ‘caerse en la escuela pública’), hoy estamos no tan mal, sola apenas mejor que aquella radiografía. Solo eso. En matemáticas no es posible ni siquiera mostrar progresos, con 43% de los alumnos con rendimientos entre básicos e insuficientes, y con retrocesos agregados en todos los niveles. Si bien hubo declaraciones de mejoras en 9 provincias, los datos aún no están disponibles.
En segundo lugar, el informe muestra a una escuela de gestión estatal que, por más que le echen recursos, atención y cariño, sigue rindiendo muy por debajo de la escuela de gestión privada. Concentrando el 73% del alumnado escolar de primaria del país, la escuela de gestión estatal posee un 28% de su alumnado que rinde en lengua en un nivel básico o insuficiente en comparación con el 15% de la escuela de gestión privada. Uno podría suponer que ese diferencia de rendimiento se explica por la composición socioeconómica promedio de una y otra escuela. Sin embargo, como indica el informe, en cada nivel socioeconómico, la escuela de gestión estatal rinde significativamente peor que la de gestión privada. Tal vez ello explique el mayor nivel de repitencia entre una y otra escuela, ya que la primera posee 14% (si, en grado 6 de la escuela primaria ya arrastra este problema) en comparación con apenas un 3% de la de gestión privada. O la tal vez la repitencia explique el peor rendimiento en los aprendizajes, ya que en los informes anteriores se mostró con claridad que los alumnos repitentes rinden peor en todos los niveles y contenidos. Es cierto que muchas escuelas de gestión privada pueden ejercer derecho a admisión, mas allá del costo de la matrícula, y eso facilita la gestión de la repitencia, cosa que no puede hacer la escuela de gestión estatal. Pero ello no necesariamente explica el peor rendimiento agregado de los aprendizajes de las escuelas gestionadas por el estado. Las 3 mil escuelas Faro son una experiencia alentadora para observar de cerca, pero carecemos de resultados desagregados como para poder hacer análisis y observaciones particulares.
En tercer lugar, se proveen gráficos en donde se observa una disminución de las brechas entre los peores y mejores rendimientos. Este es tal vez el elemento más importante de la medición, el pequeño cierre de la desigualdad de la calidad de los aprendizajes en todas las regiones del país. No está clara la desagregación, pues no se proveen datos suficientemente abiertos, pero los gráficos agregados son alentadores. Creo esencial trabajar sobre el análisis de esta información, para comprender la razón de tal mejora. Es crítico comprender cuales son las intervenciones que están produciendo los saltos en el aprendizaje de los alumnos, en especial de aquellos que muestran los mayores progresos, para extender su práctica a todo el sistema.
Hay un par de observaciones que encuentro necesarias. La primera, es la magnitud y alcance de la medición, la segunda es la sobreactuación política. Con la primera me quedo pensando en una progresión que arrancó con 1,4 millones de chicos evaluados en 2016, con más de 30 mil escuelas, 4 niveles (grados 3, 6, 9 y 12) y 4 contenidos (matemática, lengua, ciencias sociales y ciencias naturales), y que fue gradualmente perdiendo vigor (en 2017 solo 2 ciclos y 4 contenidos para 900 mil resultados, y en 2018 solo 1 ciclo y 2 contenidos para 574 mil resultados). ¿Estamos frente a una tendencia? ¿Acaso no sabemos cómo gestionar tantos datos e información, entonces frenamos un poco el impulso de medir? Espero que no. ¡Ruego que no!
Y con respecto a la sobreactuación política, estoy convencido que tales conductas empañan una gran política educativa. El Presidente Macri no debería haber utilizado estos resultados para mostrarse eufórico cuando la escuela aún sufre de tal manera, el Ministro de Educación no debería haber hecho referencia a estos resultados como logros de políticas de mediano y largo plazo (¿2 años es mediano y largo plazo?), y la Secretaria de Evaluación Educativa no debería haber afirmado que ya se empieza a verificar el cierre de la brecha público-privada. Son todos comentarios incorrectos y engañosos, que transmiten la idea de que, en campaña, vale decir cualquier cosa. No debería ser así en general, y menos en educación.
El Operativo Aprender es, tal vez, la mejor iniciativa educativa que el gobierno de Cambiemos haya puesto en funcionamiento, y es tarea de toda la sociedad exigir que todos los datos sean publicados, y que sean utilizados para sostener un debate público responsable y meticuloso.