Por Juan María Segura
Hablar de educación en nuestro país en marzo no es ninguna originalidad, pero hacerlo para dejar un mensaje positivo sí lo es. Es que semanas atrás se publicó el primer Informe de Evaluación de Procesos de la Red de Escuelas de Aprendizaje, de la provincia de Buenos Aires, y los datos allí volcados generan una brisa de aire fresco. Son datos abundantes, de diversas variables, presentados en forma consolidada y desagregada, y trasmiten la sensación de que se está haciendo un gran trabajo (¡y esfuerzo!), al menos en las casi 2 mil escuelas participantes de la Red.
No se me escapa que el informe es producido por el propio gobierno de la provincia, así que mal podría ser crítico del contenido analizado quien está hablando de sí mismo. Tampoco soy ajeno a la falta de indicadores de eficiencia económica, clave para evaluar la racionalidad de cualquier política púbica, aún en el área educativa. Y estoy advertido también del timing político de la aparición del informe, en un año electoral en donde la gobernadora Vidal buscará su reelección, para lo cual debe mostrar argumentos y progresos concretos en todas las áreas de gobierno, incluida esta. Comprendo perfectamente todas esas objeciones y miradas desconfiadas, entiendo el juego de la política.
Sin embargo, así y todo, considero que el informe es esperanzador y merece algunas consideraciones particulares.
En primer lugar, destaco con entusiasmo la escala de la iniciativa. La Red, creada por participación voluntaria de escuelas de la provincia de Buenos Aires en 2017, y siguiendo criterios de selección vinculados al compromiso de sus directivos, a la vulnerabilidad socioeconómica de los establecimientos y a la distribución territorial, integra a casi 2 mil escuelas en un ámbito íntimo y dinámico de aprendizaje. Si bien estamos hablando de apenas el 10% de las escuelas de la provincia de Buenos Aires (o del 20% de aquellas de gestión estatal de la provincia), la dimensión es equivalente, por ejemplo, a la totalidad del sistema de educación de Mendoza (1.900 escuelas) o de CABA (1.800 escuelas). Por su parte, los 558 mil alumnos alcanzados representan más que la sumatoria de todos los alumnos de las provincias de La Pampa, Neuquén, Chubut, Santa Cruz y Tierra del Fuego. Si, en la Red tenemos al equivalente en alumnado de la mitad del país. Y así como soy sumamente crítico con pilotos o prototipos que se testean a una microescala y luego no logran extenderse el resto del sistema, debo ser justo y destacar el diseño de la Red en términos de escala. Partiendo de 2 mil escuelas, si lo que sea que se está probando en la Red funciona, no encontraría razón alguna para no extender esos hallazgos y abordajes a las otras 18 mil escuelas de la provincia, o a las 60 mil del país.
En segundo lugar, destaco el abordaje integral. En la Red se abordan temas de capacitación docente, de liderazgo directivo, de innovación pedagogía, de reforma curricular, de eficiencia interna. Un grupo de docentes referentes recibieron capacitación y formación en áreas de prácticas del lenguaje, medios digitales, matemáticas, clima escolar y aprendizaje basado en proyectos. Para ello, se realizaron más de 1.300 capacitaciones presenciales durante el año 2018 en articulación con los CIIE. Los directores también recibieron capacitaciones mensuales y postítulos, diferentes para cada ciclo de enseñanza, en algunos casos en articulación con instituciones de renombre. Los proyectos de innovación educativa abordaron un menú amplio de temas, que incluyen robótica, drones, agricultura de precisión, energías renovables, aprendizaje a través del diálogo y proyectos de articulación entre diferentes ciclos de enseñanza. Como se puede apreciar, para todos los gustos, contextos, edades y procedencias.
En tercer lugar, destaco el dinamismo, la ambición de hacer mucho, con muchos, en muchas áreas diferentes, en poco tiempo. La Red se constituyó a fines del 2017, y a principio de 2019 ya tenemos informes y evidencias de progreso para evaluar. Y 2018 no fue un año particularmente sencillo para la cartera de educación de la provincia, con paritarias docentes abiertas todo el año, con paros docentes durante casi 30 días, con la tragedia del escape de gas en las escuelas de Moreno, y con un contexto socioeconómico que no dio respiro. Aún en ese contexto y frente a tantas adversidades, en donde la política suele desactivar las acciones de mediano y largo plazo, la Red continuó desplegando sus programas, capacitaciones, visitas, talleres, proyectos, mediciones y encuestas. Y dado que desean ver resultados en 2 años, es altamente probable que durante este año ese dinamismo se pronuncie.
No me detendré en las evaluaciones de los docentes capacitados, ampliamente positivas y respaldatorias del trabajo hecho hasta el momento en el Red, pues es una métrica que no necesariamente conduce hacia aprendizajes de calidad. Lo verdaderamente valioso, en el mediano y largo plazo, se mide a través de la calidad de los aprendizajes de los alumnos a través de pruebas estandarizadas comparables, y para ello aún hay que esperar.
Sin embargo, celebro con entusiasmo la iniciativa. Me esperanza que la Red se convierta en un laboratorio poderoso no solo de abordajes pedagógicos convenientes para el sistema educativo, sino también de liderazgo político. La política debe estar en condiciones de crear Redes y sostener sus funcionamientos, aún cuando la política no esté a la altura, aún cuando la economía no acompañe.
Del informe solo me deja preocupado la relación entre los docentes y alumnos alcanzados, con un ratio de 6,8 alumnos por docente. Encuentro necesario profundizar sobre este indicador en particular, para entender si los cargos docentes de la provincia y del país en general permitirán, en algún momento, hacer del sistema educativo un sistema sustentable en términos de los recursos que demanda. Pero solo eso.
La escuela debe esperanzarnos, y la Red cumple adecuadamente ese requisito. Así lo indica el informe. La esperanza en la escuela debe institucionalizarse como un aspiracional cultural del país. Alguna vez ocurrió así, y el país brilló. Debemos recuperarlo.
Es tarea de todos hacer de la escuela el mejor aliado del progreso, de la movilidad social, de la transformación de la realidad de un barrio. La escuela debe volver a ocupar un espacio central en el proyecto de país, y la política tiene la responsabilidad de plasmar ese diseño con proyectos e iniciativas como la Red de Escuelas de Aprendizaje. Aún en contextos desfavorables. ¡Especialmente en contextos desfavorables!